Los Personajes de Reinicio (4): Las madres de Casandra

La protagonista principal de mi novela, Casandra, es lo suficientemente compleja como para necesitar más de una madre, por eso le di dos, casi tres.

Su historia comienza (atención, mini spoiler) perdiendo a su madre biológica, Eva cuando es demasiado pequeña para comprender el mundo real. Eva, sin embargo, no abandonará a su hija jamás. Su espíritu la acompañará durante toda su vida, guiándola en el manejo de su don. Para construir a Eva me inspiré mucho en mi propia bisabuela, Mamá Carmen, como se le sigue llamando en casa. Mamá Carmen tenía algo de meiga y mucho de sabia. Esa conexión con los fenómenos de la vida que no podemos explicar, y esa sabiduría que te ayuda a crecer como persona, es lo que puse en Eva y es lo que esta madre-fantasma representa.

Eva también representa la mayéutica, esa forma de enseñar sin dictar la lección, sino enseñar haciéndote pensar por ti mism@, haciendo homenaje a Sócrates y otros pensadores clásicos. Esta capacidad de razonar por uno mismo, de desarrollar y aplicar un pensamiento crítico a nuestras acciones y decisiones está, a mi parecer, desapareciendo poco a poco de la sociedad (por múltiples motivos) y por eso quería reivindicarla como parte de mi historia.

Eva es también una madre responsable. Por ello, aunque ha dejado su cuerpo atrás, busca la manera de que su hija encuentre la mejor familia para ella. Así es como Silvia Abad entra en la vida de Casandra y se convierte en su madre adoptiva.

Silvia Abad es psicóloga infantil y trabaja para el Estado. Quería, con ella, crear una persona que supiera «leer» a los niñ@s y sus necesidades, que pudiera ver que Casandra no es una niña rara, sino especial. Silvia será madre por primera vez a una edad tardía, y solo gracias a esa niña que puede hablar con los espíritus. Por tanto, encontrarse les cambiará la vida a las dos. Cuando decide adoptarla, lo hace sobre todo para protegerla: la diferencia, su diferencia, es poco aceptada, incluso rechazada. Pero, para Silvia, el don de Casandra no es en absoluto sobrenatural. Lo conoce muy bien, porque alguien en su familia es capaz de hablar con los espíritus también.

Estela, la abuela de Silvia, es la madre que hace casi tres. Esta mujer, que llega a centenaria, gusta de transformar sus sueños, en los que entra en contacto con el Otro Mundo, en cuentos infantiles. Su casa es lugar de reunión del vecindario, porque ella está llena de una luz acogedora que lo ilumina todo. Este punto es otro homenaje a Mamá Carmen, porque su casa era así.

Para mí, Estela es como un desdoblamiento de Eva, una corpórea y la otra espiritual, pero ambas con el mismo mensaje, aunque el lenguaje sea distinto, para Casandra. Estela, concretamente, representa la experiencia de quien ha vivido. La ancianidad, que solemos apartar porque ya no gusta, pero que necesitamos porque saben. Saben de la vida.

Con estas tres mujeres (ilustradas en la imagen que acompaña al texto), y Casandra, he creado un matriarcado que se extenderá más adelante en la trama, y al que se incorporarán los hombres progresivamente…

Pero esto ya no lo cuento. Tendréis que leerlo.

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